Apaloossa

Apaloossa


El fenómeno de color que distingue al caballo appaloosa se encuentra en la base genética de los caballos primitivos. Aparece, por ejemplo, plasmado en pinturas rupestres que datan de hace más de 20 000 años, como las de Peche-Merle, Francia.
En la antigua Persia se tenía un gran aprecio a estos caballos moteados y los consideraban como los caballos sagrados de Nicea.
En China se usaron estos caballos desde el 100 a. C. para la guerra, desplazando así al pequeño caballo centroasiático. A partir del siglo VII se les encuentra en artículos de arte, reconociéndose así el gusto que los chinos tenían por estos caballos.
En Europa los caballos moteados aparecen a través de la historia, abundando más entre los caballos españoles y lippizanos.
En América era común ver el color punteado entre los caballos españoles de los conquistadores del siglo XVI, por lo que cabe suponer que el origen del caballo appaloosa no es otro que el caballo español de una capa determinada, que empezó a ser seleccionado probablemente por los indios Nez Perce que vivían en la región noroeste de lo que hoy son los Estados Unidos, en los estados actuales de Washington y Oregón.
Fueron los Nez Perce quienes vieron en este caballo el prototipo de animal que buscaban para sus actividades de caza y guerra, en particular por su color, nobleza, versatilidad y fortaleza de estructura. Fueron más de 200 años de una práctica cuidadosa de selección de los caballos, usando para la reproducción solo los mejores representantes de la raza ideal que deseaban. Es así que fijaron genéticamente los elementos que distinguen hoy en día al appaloosa. El nombre de la raza appaloosa proviene del río Palouse, que atravesaba la región habitada por los Nez Perce.
Piezas de cerámica, como esta de principios de la era cristiana, muestran el gusto de los chinos por la capa tan representativa del moderno appaloosa.


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